Apenas asumió Javier Milei como presidente las empresas constructoras salieron con todo a poner un reclamo sobre la mesa . El flamante mandatario había levantado bien alto la bandera que decía “no hay plata” , por lo que se pondría fin a la obra pública –entre otras tantas cosas-, y los empresarios no demoraron en levantar la mano para recordar la deuda que el Estado tenía con el sector, tanto por obras ejecutadas como en pleno proceso.

Se trataba de $ 400.000 millones en concepto de obras hechas y en proceso , y el temor más grande era que nunca se pudiera cobrar ese dinero, algo que todavía hoy en buena parte se hace realidad.

Según confiaron varias fuentes sectoriales consultadas por Clarín, “algo de ese monto fue pagado” . Y aunque a los propios industriales les resulta muy d

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