En un mundo hiperconectado donde la comunicación fluye 24/7, es fácil olvidar que cada mensaje, cada llamada y cada interacción digital puede tener consecuencias legales. Para muchos, el teléfono celular se ha convertido en una extensión de la mano, y con él, el impulso de contactar a alguien a pesar de las advertencias. Este impulso, especialmente en el contexto de relaciones conflictivas o en el marco de una medida cautelar, puede llevar directamente a un delito: la desobediencia, tipificada en el artículo 239 del Código Penal argentino. Este delito es, en esencia, simple: se comete cuando alguien desobedece una orden legalmente impartida por un funcionario público en el ejercicio de sus funciones y siendo la misma debidamente notificada a la persona. La complejidad surge en la práctica,

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