Durante décadas, América Latina ha sido terreno recurrente de rescates económicos orquestados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y otros organismos multilaterales. Sin embargo, la historia muestra que esos rescates han fallado en su propósito fundamental: crear economías estables, competitivas y sostenibles en el largo plazo.
La primera gran falla ha sido la naturaleza reactiva de los rescates. Los organismos internacionales suelen entrar cuando la crisis ya estalló, inyectando liquidez para evitar un colapso inmediato, pero sin generar un cambio estructural de fondo. Esto produce un ciclo perverso: rescate, alivio temporal, retorno al endeudamiento, devaluaciones, alzas en tasas de interés y nueva crisis.
La segunda falla es la condicionalidad homogénea. El FMI