No quiero que nunca te falte la alegría… y es así si surge dentro de ti mismo” escribe Séneca. El filósofo de Córdoba no era Groucho Marx pero desde luego no era ese ser doliente que transmiten algunos que hablan de los estoicos sin haberlos leído. Séneca defendía el derecho a la alegría, como Benedetti.
Recuerdo que esta idea central del estoicismo para ser feliz a propósito de las declaraciones la semana pasada del director napolitano de cine, Paolo Sorrentino en el Festival Venecia, en las que afirma que “odio el mito de que tienes que ser un director horrible y siempre enfadado para hacer un buen trabajo”. El director de La gran belleza se sitúa en la mejor tradición del pensamiento clásico, que defiende que se debe crear y vivir y dirigir (una película o una empresa) con buen ánimo