El 1 de septiembre de 2010, desde el Despacho Oval, el presidente de Estados Unidos Barack Obama proclamó oficialmente el fin de la misión de combate en Irak, poniendo punto final a más de siete años de intervención militar bajo la Operación Libertad Iraquí. En su discurso, Obama reconoció los sacrificios de los soldados estadounidenses, que habían derrocado al régimen de Saddam Hussein, combatido la insurgencia y entrenado a las fuerzas de seguridad iraquíes. “Nuestros soldados completaron todas las misiones que se les encargaron”, afirmó, subrayando que la responsabilidad de la seguridad nacional recaía ahora en el pueblo.

El anuncio marcó un giro estratégico en la política exterior estadounidense, con el traslado del enfoque militar hacia el apoyo y la formación de las fuerzas locale

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