Por: Mario Solano
En nuestro país existe una costumbre arraigada y perjudicial: la pasividad ante lo público. Observamos una calle sin iluminar, una norma que nos afecta negativamente, y la reacción de muchos es esperar que «alguien» lo detecte y lo solucione. Esa creencia de que los problemas publicos son responsabilidad de otros, es un mal endémico que se manifiesta con especial fuerza en el ámbito político. Es un practica que todos realizamos en reuniones familiares, en cafés con amigos o en las redes sociales, la crítica hacia la clase política es un deporte nacional. Se diagnostican los problemas con una precisión milimétrica, se reparten culpas y se lamenta el rumbo del país. Sin embargo, una vez terminada la catarsis, la mayoría regresa a su rutina, delegando la tarea de generar un