Muchos de ustedes, una inmensa mayoría, saben de qué les hablo. Un día en una EPS tiene historia, y no me refiero a la clínica. Detrás de cada persona allí presente hay una vida entera, llena de avatares y sufrimientos, en lo que al tema de salud corresponde. Cada uno narra lo que conoce, su vivencia personal. Pero resulta que quienes allí laboran también tienen su propia historia.
Todos parecieran atrapados, de uno u otro lado, en una especie de círculo, que se repite una y otra vez. Cada día trae su afán, pero en una EPS es como si se tratara de lo mismo jornada tras jornada. Quejas, voces altisonantes, llantos, disgustos, miradas furtivas, rebusque (especialmente en aquellos lugares donde las filas son interminables).
Basta un día en una entidad prestadora de servicios de salud, para