No fue el fútbol, el básquetbol, las bochas ni cualquier otro deporte popular el primero que se practicó en la ciudad de Neuquén cuando la capital comenzaba a dar sus primeros pasos: fue la esgrima , una disciplina milenaria que llegó al territorio de la mano de los primeros inmigrantes que pisaron tierras patagónicas en busca de un futuro mejor.
Cuesta imaginarlo, claro. En 1906 la ciudad era un puñado de casas humildes en medio de calles polvorientas donde faltaba todo. ¿Quién podía pensar que el deporte de caballeros, como lo llamaban en Europa, comenzaría a practicarse en pleno desierto?
Fueron José Fava y Pascual Claro y Ferruccio Verzegnassi, algunos de los impulsores de esta iniciativa, con el único objetivo de fomentar la actividad física a través de esta y otras disciplinas