Al igual que nuestros móviles o nuestros coches, los aviones recurren a satélites para saber dónde están. Estas señales, integradas en el sistema de gestión de vuelo (FMS) , mejoran la precisión y la eficiencia de las trayectorias aéreas. No obstante, ese sistema no es único ni infalible: en situaciones de interferencia los pilotos deben recurrir a ayudas clásicas como sistemas inerciales, radioayudas terrestres o incluso mapas de papel.
En tiempos de guerra, estos contratiempos se han vuelto más comunes , especialmente en zonas cercanas a conflictos activos. Lo que antes era un incidente raro ahora es una preocupación real para aerolíneas, controladores y gobiernos. El reciente vuelo de Ursula von der Leyen a Bulgaria lo ha vuelto a poner en primer plano, recordando que incluso los