Tuvo que ser algún ministro quien ingenió esta cándida explicación de los fracasos de su gobierno: España creció tanto y tan rápido, que el traje se le quedó pequeño. La metáfora textil sigue vigente, porque ese es el sabor informativo que nos dejó este verano.
Cinco casos lo demuestran. El más penoso, los incendios. De la devastación salió un lamento: no hay recursos para afrontar esta tragedia. El más absurdo, la valoración que el Gobierno hace de las casas quemadas: 15.000 euros, que no dan ni para rehacer el tejado. El más reiterado, los trenes, orgullo de un país que supo crear fantásticas infraestructuras y hoy argumento para una película de nuevos ricos: el traje. Hace veinte años teníamos medio millar de kilómetros de vía de alta velocidad; ahora, son 4.000, y no hay recursos para