Con un ramo de flores blancas en brazos y un girasol como símbolo de esperanza, Dani, un pequeño guerrero de apenas 7 años, regresó a la Basílica de Guadalupe para agradecer un milagro: haber vencido la leucemia infantil.
Hace tres años, Dani fue diagnosticado con esta enfermedad. Su cuerpo comenzaba a mostrar los estragos de las primeras quimioterapias, había perdido el cabello, su sistema inmune estaba comprometido, y necesitaba una silla de ruedas para movilizarse.
Fue entonces cuando su familia, guiada por la fe, lo llevó a la Basílica para pedir la intercesión de la Virgen de Guadalupe.
“Fue una promesa. En ese momento solo pedíamos tenerlo más tiempo con nosotros”, recuerda su madre, Mily Morales.
Durante los siguientes tres años, Dani y su familia vivieron momentos críticos. Hub