Con la implantación del sistema de control económico implantado por la Liga en 2013, en menos de una década, las pérdidas recurrentes dieron paso a beneficios globales

Esta semana se ha cerrado el mercado de verano, un asunto que da mucho juego en tertulias de barras de bar y medios de comunicación. Si antes se hacían cábalas sobre posibles fichajes galácticos y sus cifras astronómicas, ahora el morbo ha desviado su atención hacia los apuros que padecen los clubes españoles para inscribir jugadores. Algún presidente ha llegado a exclamar que “somos el hazmerreír de Europa”. Las cifras del mercado nos alejan de la Premier o de la emergente liga saudí, y la polémica, y los improperios, están servidos. Conviene, sin embargo, recordar cuál era la situación del fútbol español hace apenas una d

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