Las unidades de atención de varios hospitales a mujeres mutiladas en otros países también tratan la dimensión psicosexual y emocional

“Yo siempre lo supe”, cuenta Adama, de 26 años, sobre la ablación genital que sufrió cuando era una bebé de seis meses, pero nunca lo había entendido realmente. “Por lo que me explicaron, me acababan de duchar, me dejaron al aire libre con otros niños, lo típico en África. Y vino una señora amiga de mi abuela, me cogió, me llevó y me mutilaron ”, dice Adama desde una cafetería en Lleida, donde vive, después de que a los 10 años migrara desde Guinea-Bisáu a España con su familia. “La señora le dijo a mi abuela: ‘Toma, ya te he hecho la faena. La niña ya será una mujer”.

Adama no se llama así realmente, pero prefirió mantenerse en el anonimato para contar

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