Las heridas que dejan los incendios en los montes pueden ser difíciles de curar. Las cicatrices serán visibles durante mucho tiempo, incluso bajo los primeros brotes verdes, a veces solo un decorado que falsea la realidad, y ciertos ecosistemas, como un souto de castaños centenarios, pueden necesitar siglos para regenerarse. En los voraces incendios que han transformado extensas zonas de Ourense en superficies marcianas, no solo las personas han visto arder sus hogares: un número difícil de calcular de animales, decenas de miles, ha perdido su hábitat. Aunque serían los afortunados, los que viven, los que quedan se convierten en «desplazados» al verse obligados a mudarse a otro territorio donde no siempre las interacciones con sus homólogos «locales» resultan fáciles. Además, no solo la as
Refugiados climáticos de cuatro patas

77