La relación entre la Reserva Federal y la administración americana ha sido tensa desde que Donald Trump volvió a la presidencia en enero. Es, sin duda, un terreno inexplorado con consecuencias potencialmente graves en los mercados si se materializara cualquier tipo de interferencia grave que quebrara la autonomía de la gobernanza monetaria. De los focos más claros de fricción ha sido su intención de reemplazar al presidente de la Fed, Jerome Powell, incluso antes de que concluya su mandato en mayo de 2026. A esto se ha sumado una nueva campaña dirigida contra la gobernadora Lisa Cook –acusándola sin que se hayan presentado pruebas oficiales– en un intento por debilitar aún más voces contrarias dentro del banco central. Todo ello ha levantado alertas entre economistas y funcionarios de la F

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