Un humilde equipo portuario, Coquimbo Unido, descendiente de la tradición corsaria, trastocó los papeles en el fútbol chileno
Cuanta la leyenda que en algún lugar de Coquimbo hay un tesoro enterrado. Y es que en esa bahía -llamada así por la palabra quechua Coquimpu, “lugar de aguas tranquilas”- arribaban los piratas, corsarios o filibusteros después de asaltar los navíos españoles que venían desde o hacia Perú, cargados de oro, plata y otros lujos.
Allí desembarcaron Sir Francis Drake en 1579 y Bartolomé Sharp en 1680, para saquear y arrasar con La Serena, la ciudad colonial cercana, por lo que la teoría del tesoro enterrado no es del todo descabellada, aunque nadie haya podido encontrarlo.
El verdadero botín llegó al puerto en 1903, ya instalada hace rato la República. Fue un navío