En Chile, hablar de acceso a agua potable parece ser un tema que sólo compete a quienes dependen de un camión aljibe, a comunidades rurales que beben agua no tratada o a organizaciones que trabajamos todos los días para llevar soluciones donde el Estado no llega. Pero ese es justamente el problema: lo tratamos como una "realidad ajena" y no como un desafío que debe ser prioridad nacional.
Hoy, casi la mitad de la población rural del país no cuenta con abastecimiento formal de agua potable. Hablamos de más de 383 mil viviendas, de las cuales el 84% se abastece con agua no tratada de pozos, vertientes o camiones. Esto no es un dato técnico; es un retrato de desigualdad que impacta en salud, educación, economía y desarrollo.
En mis años trabajando en África y Latinoamérica he aprendido que