La diversidad política siempre le hace bien a la democracia, porque permite comparar, evaluar y finalmente, decidirse por la opción que a cada elector más y mejor representa.
Y así como hay diversidad ideológica, también hay diversidad de propuestas, encontrándonos incluso con candidatos y candidatas de colectividades absolutamente distintas, pero que ofrecen lo mismo, es decir, el sentido común parece que sigue siendo un factor determinante en todo proceso electoral. Y además, la clase política tiene absolutamente claro que la ciudadanía no tiene ningún interés por las pequeñeces que generan las polémicas y peleas ideológicas, algunas muy artificiales e innecesarias, porque únicamente condicionan y retrasar las importantes decisiones que deben dar paso a las grandes soluciones, esas que