Cinco años después de la pandemia, la falta de una definición estándar está nublando la comprensión científica de esta enfermedad incierta, repleta de estigmas y de la que aún se sabe muy poco

La vida de Mamerto Moreno se torció una tarde cualquiera de diciembre de 2021. Él llevaba trabajando casi dos décadas como auxiliar de enfermería en un centro psiquiátrico de Cataluña. Debía dar de comer a los pacientes, levantarlos y vestirlos. No sabe con certeza cómo, pero el coronavirus se alojó en su cuerpo. No era la primera vez que se contagiaba, pero en aquella ocasión sintió algo diferente. El virus avanzó sin pausa y se extendió implacable por su organismo.

“Caímos todos”, cuenta por teléfono desde su hogar en L’Aleixar (Tarragona); y añade: “Mi marido también lo contrajo, pero lo suyo

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