No hace falta mucho para ser feliz. Un puñado de canciones, dos horas de viaje, una noche con desayuno incluido. Hace falta mucho más para hacer feliz a alguien. Por eso no haré lista. En Crivillén hay cuestas y una barra atendida por señoras amables, están Óscar y Laura, que mantienen vivo el espíritu del Easy Pop de Andorra a base de tecnología compartida, panderetas y sonrisas eternas. En Crivillén no estaba Jesús, mito mod, pop, beat y cualquier manifestación que no pase de los tres minutos y tenga una melodía hermosa, faldas cortas, buen corte de pelo. En Crivillén había padres que mezclaban a Ian Brown con la Princesa Prometida, que montaron festivales granujas en Castelserás donde grupos americanos tocaban versiones de los Nikis. En Crivillén garaje no siempre es el lugar donde se g

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