LA VIRGEN de la Cueva falló. Estaba de vacaciones. También. Entre unos y otros, voy a perder la fe. Con lo bien que nos habría venido un nublo de esos que descarga más agua en una hora que nuestros efectivos aéreos en diez años. Pero no fue así. Fue como era de suponer. Hace más de un cuarto de siglo que asisto al espectáculo de un paisaje calcinado después de los incendios. Los incendios en el noroeste se han venido arriba. Este último, deja tras de sí un reguero de desastres. Gritos, rabia, desesperación, miedo y pánico.
De nuevo, el valor heroico de todos los profesionales de los grupos contraincendios. Colectivos a los que nunca premiaremos ni agradeceremos lo suficiente el esfuerzo sobrehumano que, en estos días de incendios descontrolados, han llevado a cabo en jornadas interminable