Viviendas del barrio del Polígono / Fotografía: Bárbara D. Alarcón
Un desahucio nunca es solo un trámite judicial. Nunca es únicamente una orden de lanzamiento dictada por un juzgado. Esa es solo la superficie, la parte visible de una tragedia mucho más profunda. El verdadero desahucio, el más cruel, es el social: ese momento en el que una madre y su hijo pequeño, expulsados de su vivienda, descubren que la indiferencia de la ciudad es más hiriente que cualquier notificación oficial.
Ese desahucio social es el que hemos vivido de cerca en Toledo. Lo hemos respirado en primera persona, lo hemos acompañado con angustia, con lágrimas y también con la obstinación de no rendirnos. Y lo que duele, lo que quema, no es solo la injusticia de la estafa que dejó a esta madre atrapada, sino el silen