La judicialización de la política está a la orden del día en la Argentina, con ejemplos claros tanto en el orden nacional como en las distintas provincias. Es oportuno volver a analizar este fenómeno dada su gravedad, ya que distrae de temas más importantes al Poder Judicial, lo ralentiza más aún y, por lo general, sólo tiende a dirimir apetencias partidarias.
Dicen algunos especialistas que existe una política llamada ascendente, que sirve para alcanzar el poder; otra que sirve para mantenerse en él, y, finalmente, la política descendente, que es la que desde el poder se ejerce para gobernar la cosa pública, para gestionar y administrar los medios para alcanzar el bien común general. La republicana división de poderes encomienda esta última función al Ejecutivo.
La reflexión viene a cue