Es difícil entender hasta dónde se ha deteriorado el sentir de los colombianos frente al respeto que se debe observar con nuestros conciudadanos y con las autoridades legítimas, representadas especialmente por los soldados y policías que —en forma heroica— velan por la seguridad del país. Son objeto de todo tipo de vejámenes, llegando incluso a la muerte causada por los peores criminales, y ‘nadie se pellizca, pues todo les resbala’ debido al mal ejemplo desde las altas esferas del poder.
Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a la violencia, al crimen, a la corrupción y al narcotráfico, así como al velo que extienden sobre los crímenes de lesa humanidad para brindar impunidad a los bandidos. El secuestro de servidores públicos se ha vuelto costumbre, especialmente cuando los narcotrafic