E staba yo a menos de veinte metros de Fidel Castro en el aeropuerto José Martí de La Habana cuando le escuché estas palabras en el discurso de bienvenida al Papa Juan Pablo II.

“…Como aquellos cristianos atrozmente calumniados para justificar los crímenes, nosotros, tan calumniados como ellos, preferiremos mil veces la muerte antes que renunciar a nuestras convicciones. Igual que la Iglesia, la Revolución tiene también muchos mártires…”

Aquella célebre oratoria, tan bien escrita como para no sospechar en sus líneas de la mano correctora de Gabriel García Márquez, amigo y publicista de Fidel (a pesar de su genialidad literaria), me dejó muchas frases en la memoria.

“Los mártires de la Revolución”.

Antes, había leído a Tácito, con su historia sobre el incendio de Roma provocado

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