Cada año Ibiza recibe cientos de miles de turistas que sueñan con lo mismo: disfrutar del sol del Mediterráneo y darse un chapuzón en alguna de sus calas paradisíacas. Eso ha convertido los arenales del litoral ibicenco en objeto de deseo para lugareños y visitantes, un privilegio codiciado (y cotizado) que desde hace tiempo afronta a una seria amenaza: la privatización encubierta de las playas.

Un riesgo que se materializa en forma de hamacas y tumbonas.

¿Qué ha pasado? Que el verano de 2025 quizás pasará a la historia por los incendios forestales , las olas de calor o las señalas de alerta de los hosteleros, que pese a la afluencia récord de turistas que está registrando España perciben una caída en su facturación; pero desde luego no lo hará por resolver una de las 'patata

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