El miércoles pasado el Gobierno nacional tuvo un golpe bajo cuando se enfrentó a la realidad que venía esquivando y la que sólo la campaña electoral lo empujó para cosechar algunos votos (o afianzarlos): la caravana en Lomas de Zamora resultó un fiasco que, entre gritos, brócolis y alguna piedra, les demostró a los principales funcionarios libertarios que sus políticas de ajuste y corrupción no fueron bienvenidas. En medio de todo ese repudio social, una de las imágenes que más trascendencia tuvieron fue la del candidato José Luis Espert, huyendo en la moto de quien, según declaró el propio legislador a la prensa, era "uno que andaba por ahí" , "un militante libertario", dijeron otros. Pero la realidad es que el motoquero es un barrabrava con prontuario judicial.
Una semana después del