Por Stephanie Armour
Durante una cena bajo palmeras en la terraza de Mar-a-Lago en diciembre, el presidente electo Donald Trump tranquilizó a los directores ejecutivos de las farmacéuticas Eli Lilly y Pfizer diciéndoles que el activista antivacunas Robert F. Kennedy Jr. no sería una elección radical para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS).
“Creo que va a ser mucho menos radical de lo que imaginan”, aseguró Trump ese mismo mes durante una conferencia de prensa en su complejo turístico en Palm Beach, Florida.
Ocho meses después, Kennedy ha intensificado sus ataques contra el sistema de vacunación.
Uno de sus principales objetivos es un programa federal de compensación que resuelve reclamos de daños por vacunas.
Según algunos expertos legales y líderes en salud pú