Mandan los tiempos en la pasarela política: después de su reinado absoluto en las redes sociales del verano, incluso hasta hubo un topless de espaldas, quizá por aquello de «vamos a aprovechar ahora que no está Pablo»; después de todo ese festín erótico-festivo, digo, para Irene Montero llegó la hora de taparse un poco (además, ya empieza a hacer fresquito) y estrenó pañuelo palestino, kufiya, en el puerto de Barcelona para solidarizarse, cómo no, con el rojerío que partía hacia Gaza en plan causa propalestina, o sea, crucero solidario o flotilla protesta contra el «genocidio» de Netanyahu, también para llevar ayuda a la Franja. Para que la protesta tuviera más eco internacional y peso humanitario, opinan algunos publicistas que lo ideal hubiera sido que intentaran llegar a Gaza en pater
Le ganó Bertín Osborne
