La torpeza de Donald Trump agiganta la figura del presidente chino, Xi Jinping, que ayer lució todo su poderío en la celebración de los 80 años del fin de la II Guerra Mundial. Con el respaldo de una impresionante exhibición de armamento moderno, Jinping dijo que “la Humanidad debe elegir de nuevo entre guerra y paz”. Y no es humo, porque 80 años después del Acta de rendición de Japón, la razón de la fuerza y el atropello del derecho vuelven a ser moneda corriente en las relaciones internacionales, con el presidente de los EE.UU. como principal responsable, aunque no único, de pretender liquidar la entente a la que se llegó en 1945 cuando callaron las armas.
Derrotadas Alemania y Japón, los países vencedores entraron en un proceso de reflexión y búsqueda de un nuevo modo de dirimir las di