La vida es una larga lección de humildad. (James Matthew Barrie)
Así pues, como indicaba Nietzsche, la felicidad del hombre tiene por nombre “yo quiero”. Las profundas raíces del egoísmo inmovilizan los movimientos altruistas del ser humano, y hacen que dañemos a los demás al tener la incapacidad de imaginarlos. Actuamos ante el espejo de la vida contemplando, lejos del prójimo, tan solo nuestro propio reflejo. Comprender el ego es más difícil y más distante que la comprensión del cosmos. Conviene recordar que la mezquindad conlleva su propio infierno, en el que no existe la felicidad. El más leve dolor nos preocupa más que la destrucción de miles de seres. El único egoísmo aceptable es aquel que procura el bien de todos para sentirse uno mejor. Llamamos desarrollo al planteamiento compet