Netanyahu ha perfeccionado un arte macabro: matar hacia afuera y silenciar hacia adentro. En Gaza, decenas de miles de cadáveres. Según reportes del Ministerio de Salud de Gaza y agencias internacionales, más de 15,000 niños palestinos han muerto bajo los escombros. Organismos de prensa como el Comité para la Protección de los Periodistas documentan más de un centenar de periodistas asesinados.
En Israel, además, una grosera ofensiva contra la justicia, que haría sonrojar a cualquier aprendiz de dictador. Así se escribe hoy la historia de un país creado de buena fe en Naciones Unidas, que quiso llamarse democracia y que hoy corre el riesgo de convertirse en parodia.
El bisturí de un cirujano ebrio
Netanyahu no reforma nada, “desarma”. Y lo hace con la “precisión” de un cirujano ebrio: c