Hay dos vías principales para conquistar territorio: una es la fuerza, la otra es la diplomacia, y desde finales del siglo pasado China apostó a una estrategia diplomática de largo aliento, impulsada por su poderío económico. Nada nuevo bajo el sol, Estados Unidos utilizó esta estrategia para convertirse en la principal potencia en el mundo, aunque ahora haya decidido volar todo por los aires y pelearse con amigos y enemigos por igual.
Mientras Estados Unidos se pelea con sus aliados tradicionales con base en aranceles, amenazas y ocurrencias, destruyendo lo que había construido en los dos últimos siglos, China avanza recogiendo las migajas.
Mientras el Presidente Donald Trump gobierna con base en decretos, insultos y de espaldas a la diplomacia tradicional que convirtió a Estados Unid