En un acto de hondo contenido simbólico: un apretón de manos ante las cámaras sin una declaración pública conjunta, el presidente de la Generalitat. Salvador Illa, y el líder de Junts, Carles Puigdemont, abrieron el pasado martes en Bruselas la puerta a la total rehabilitación del prófugo que maneja los hilos de la política española. Fue su amnistía simbólica, como han reconocido la mayoría de analistas políticos.

Pero el silencio de ambos al término del encuentro -salvo dos mensajes escuetos por parte de cada uno en redes sociales- generó toda un rosario de especulaciones sobre los temas que trataron y pusieron encima de la mesa durante la hora y media que hablaron en la sede de la Generalitat catalana en Bruselas.

Los afines a Ferraz ven ese apretón de manos entre Illa y Puigdemont com

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