PhD. Rodrigo Ignacio Berríos Rojas

Académico y miembro de la Sociedad Española de Pedagogía (SEP).

A días de la primavera, la ciudad comienza a florecer con una energía especial.

Los árboles brotan, el aire huele a petricor y pasto recién cortado. Las plazas retoman su vida con personas dispuestas tomar sol.

Hay una alegría sutil, casi infantil que recorre las calles. Todo invita a ser y sentir algo más allá de lo habitual. En medio del colorido, me enfrento a una verdad incómoda: no sé amar.

Desde pequeños nos enseñan a compartir -abrazos, juguetes- como si eso bastara para comprender el amor. Nadie nos prepara para una complejidad emocional; nadie dice que amar es respetar, comprender, escuchar, sostener y muchas veces, soltar.

No saber amar es una dificultad, vivirlo sin dañar a

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