Los funiculares son una de las soluciones de transporte más ingeniosas para salvar desniveles pronunciados en ciudades y montañas. Su funcionamiento básico es simple: dos vagones están unidos por un cable que pasa por una polea en la estación superior. Mientras uno asciende, el otro desciende, de modo que se equilibran como una balanza. Gracias a este principio, la gravedad actúa como aliada y reduce el esfuerzo que debe realizar el motor eléctrico encargado de la tracción.

Este motor, situado normalmente en la parte alta, regula la velocidad y compensa las diferencias de peso entre ambos coches. Hoy en día, los sistemas de control electrónico permiten un movimiento suave, frenadas seguras e incluso la recuperación de energía en determinadas condiciones. Aunque ambos vagones suelen compar

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