Vivimos en una época en la que las fronteras de la enemistad política se han difuminado. Los rivales no tienen por qué ser estados claramente enfrentados, sino que también depende de alianzas oportunistas que se transformen según los intereses económicos, energéticos o tecnológicos. Grandes corporaciones, grupos terroristas o paramilitares, activistas radicalizados, redes criminales globales y actores digitales pueden convertirse en factores amenazantes con capacidad para derribar a un gobierno o desatar un conflicto internacional.
Un 'thriller' político en femenino

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