La FAM afina cada maniobra en la región norte y oriente del estado que se ha convertido en territorio de entrenamiento militar
Desde la última semana de agosto, el cielo de Tlaxcala ha sido testigo de un espectáculo que mezcla disciplina militar con la fuerza de la naturaleza.
Todos los días, en punto de las 10:00 horas, el rugir de los motores de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) irrumpe entre las nubes que cubren la presa de Atlangatepec. Ahí, en la Estación Aérea Militar número nueve, cadetes, pilotos experimentados y mujeres aviadoras trazan con precisión las rutas de la parada aérea que coronará el desfile cívico-militar del próximo 16 de septiembre.
Durante seis intensas horas el firmamento se convierte en un tablero de ensayo donde aviones y helicópteros realizan formaciones, ascen