El 27 de enero de 1938 , el pelotón de ejecución se topó con un preso muy diferente en el cementerio de Palma. Esta vez no era un humilde activista de izquierdas, sino un burgués propietario de varias fincas , sin ninguna militancia política. La acusación sonaba surrealista: ser el líder de los mallorquines que planeaban unirse a los milicianos antifascistas en la Batalla de Mallorca, la llamada columna fantasma de Oleo .
Cuando comenzó la Guerra Civil, Miquel Oleo Sureda tenía 49 años , cinco hijos y vivía en la finca Es Rafalet de Son Servera. Pertenecía a una antigua familia de propietarios con terrenos en varios municipios. Él había militado algunos años en el centrista Partido Radical y ejercía de juez de paz en Artà . Nunca perteneció a ningún partido de izquierd