El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, eligió el escenario de la conferencia de seguridad de Praga para lanzar ayer un mensaje inequívoco a Moscú y a Pekín, pero también a las capitales europeas que siguen dudando sobre el ritmo de la reindustrialización militar. El dirigente neerlandés afirmó que Rusia carece de legitimidad alguna para condicionar la presencia de tropas occidentales en Ucrania y advirtió que la amenaza persistirá mucho después de que el actual conflicto concluya. «Ucrania es un Estado soberano, no es Moscú quien debe decidir», subrayó con firmeza, al tiempo que pidió a la Alianza un salto cualitativo en la producción de armamento. Rutte señaló que Rusia y China han alcanzado un grado de cooperación militar sin precedentes y que ambos países trabajan en un horizonte

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