Gustavo, vos no sabías lo que estabas creando. Un pibe bonaerense, guitarra en mano, soñando en aulas universitarias, imaginando acordes que parecían imposibles en un país con dioses ya escritos. Argentina tenía a Gardel en el tango y a Maradona en el fútbol. En el rock, el altar lo ocupaban Spinetta, Charly y Fito. Nadie esperaba que hubiera espacio para otro. Y, sin embargo, vos te abriste camino.

Con Zeta y Alberti se armaron de canciones y coraje, y se lanzaron al Río de la Plata como quien busca un tesoro escondido. Al principio sonaban ingenuos, casi chistosos, pero había en esas notas una promesa. Cuando preguntaste “¿Por qué no puedo ser el jet set?” , no era solo un estribillo: era tu destino hablándote.

Fuiste más que el líder de Soda Stereo. Fuiste brújula de una gener

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