Hasta hace tan solo dos años, a Valdeprados, un pequeño pueblo de 32 habitantes en Segovia, no llegaban los viajeros. Y si lo hacían, no podían quedarse a pasar la noche. “Antes teníamos cero turismo, porque ¿dónde iba a dormir la gente? Tampoco había muchas opciones para comer por aquí. Así que, si alguien llegaba, con suerte paseaba por el pueblo un par de horas.”
Victoria, propietaria junto a su marido Mariano de la Taberna Tomasa, un restaurante con tienda de alimentación y cosmética natural, cuenta cómo esto cambió cuando algunos vecinos de la zona decidieron empezar a compartir sus casas a través de plataformas como Airbnb. “En nuestro pueblo solo hay una, ¡pero qué cambio! Es grande y pueden quedarse familias con niños, grupos de amigos… Desde que se estrenó, nuestro pueblo ha dado