La reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), en la ciudad de Tianjín, y el posterior imponente desfile militar en la Plaza de Tiananmén, Beijing –con motivo de la celebración del final de la Segunda Guerra Mundial-, constituyeron una clara demostración del poderío político y militar de China, del nivel alcanzado en su afán de convertirse en el hegemón del planeta, y de su capacidad para atraer y establecer alianzas firmes con los países de Eurasia. En la parada militar destacaron dos figuras: la de Vladímir Putin y la del impresentable Kim Jung-un, el déspota de Corea del Norte. Un signo inequívoco de que cuando China habla de ‘paz’, hay que conocer muy bien los términos en los que la tranquilidad se mantiene.
Xi Jinping les envió un claro mensaje a Estados Unid