Lo de Vingegaard con el Angliru era un pacto con el diablo. «Tenemos una relación especial», pensaba. Las dos veces anteriores sufrió e hizo sufrir. ... A la tercera solo le ha quedado padecer. Encorvarse y sellarse a la rueda de Joao Almeida, exuberante, indestructible. Comenzó a tirar a 6 kilómetros de la meta. En la puerta del infierno. Un abismo aún. El luso no lo piensa. Es valiente. Mira hacia arriba. Por detrás solo le sigue el danés, que ponía cara de póquer. Solo pudo dar mus ante la mejor versión del ciclista de Caldas da Rainha. Brillante.
Solo el dos veces ganador del Tour pudo seguirle, pero nadie le rebasó. En el coloso de Riosa no hay ocasión para el ataque sino capacidad de resistencia. Terreno para Almeida. Se empeña el luso en repetir que las rampas tan duras no le vi