Su imponente nombre produce escalofríos. Sus espectaculares rampas son temidas allende. Su fama le precede. Su presencia asusta y asombra a partes iguales. Es el Angliru, la cima asturiana que en poco más de medio siglo –se subió por primera vez en la Vuelta en 1999– se ha convertido en histórico, en una referencia. Y el enorme puerto no defrauda, hace justicia a la expectativa, porque depara un mano a mano entre los dos grandes aspirantes a triunfar en Madrid: Vingegaard y Almeida. Nada puede ensombrecer el duelo de los dos primeros de la general. Ambos se enzarzan en una pugna por ser los herederos del Chava Jiménez, de Heras, de Contador o de Roglic, conquistadores de lo imposible.
Se llega y se sube el Angliru y parece que solo este puerto pueda hacer aparcar mínimamente la atención d