En cada ola de exploración europea viajaron también los nombres . Marinos, misioneros y colonos bautizaban bahías, villas y montañas con recuerdos de casa: así nacieron las “Nuevas” (Nueva Inglaterra, Nueva Orleans, Nueva Zelanda, Nueva Caledonia), las réplicas de ciudades ( Córdoba , Valencia , Cádiz en América) o las dedicatorias a santos y monarcas ( San Luis , Victoria , Queensland ).

A veces el topónimo cruzaba el océano traducido , otras adaptado o con ortografías distintas según la lengua de quien lo escribía: de ahí las variantes que hoy sorprenden en mapas lejanos.

Entre ellos hay uno especialmente curioso: un “Tenerife” que no está en Canarias y que terminó al otro lado del mundo.

"Teneriffe"

A 16.000 kilómetros de Canarias, Teneriffe (con ff ) es

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