El Angliru –12,4 kilómetros al 9,8% de pendiente media, disparadas las rampas al cielo a partir del meridiano del puerto, donde se concentran muros por encima del 20 %– mide los límites del ser humano en su soledad.

Minúsculo y frágil ante esa mole que todo lo desnuda, hasta el alma. En sus entrañas se tasa la fortaleza de espíritu, la dignidad y el irrefrenable deseo de vivir.

El Angliru, la montaña, el icono de la Vuelta, el muro infernal alimentado de paredes y tallado por el recuerdo de sus campeones, desde el pionero Chava Jiménez , en 1999 hasta Roglic en 2023 pasando por Contador , que hizo huella en 2008 y 2017, es un suplicio, un altar en el que sacrificarlo todo para no perderlo.

Joao Almeida entendió la entrega, al límite, que exige el Angliru, una montaña cruda, sal

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