La salud nocturna no siempre depende solo de cuántas horas descansamos, sino también de lo que ingerimos antes de ir a la cama. Ese último bocado previo a dormir —ya sea un trozo de queso, un postre o unas galletitas— puede dejar rastros inesperados.
A la mañana siguiente, los recuerdos de un sueño extraño o incluso de una pesadilla suelen aparecer con más fuerza de lo habitual. Frente a esto, la psicología comienza a indagar si existe un vínculo real entre la alimentación y las experiencias que atravesamos durante el sueño.
Cómo impacta la comida en nuestros sueños según la psicología
Un número creciente de estudios sugiere que la comida ingerida antes de dormir puede modificar no solo la calidad del descanso, sino también el tipo de sueños . La atención científica puesta en el eje