Los detalles emergen a cuentagotas: antes de Ruanda , Sudán del Sur y Esuatini —antes Suazilandia— ya habían aceptado vuelos con deportados en julio. Todos comparten un patrón inquietante: las autoridades estadounidenses no revelan información sobre los trasladados, quienes permanecen en prisiones de máxima seguridad sin contacto legal. "Mis clientes llevan seis semanas sin explicaciones. Tememos por su integridad" , denuncia Alma David, defensora de dos hombres enviados a Esuatini.

El Departamento de Seguridad Nacional justifica estas acciones argumentando que se trata de individuos "tan peligrosos que sus países de origen los rechazan" . Sin embargo, los casos documentados contradicen esa narrativa. Orville Etoria, un jamaicano de 62 años deportado a Esuatini , había cum

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