El segundo informe bienal de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos sobre las reglas de origen automotrices del T-MEC presenta un panorama complejo, lejos de los triunfalismos iniciales o las críticas apocalípticas que caracterizaron el debate público cuando el tratado entró en vigor en julio de 2020.
Los números son contundentes: el impacto macroeconómico ha sido prácticamente nulo. Los cambios en el PIB estadounidense y el empleo agregado atribuibles a las nuevas reglas de origen representan menos del 0.01% de la economía total. Sin embargo, la historia se vuelve más interesante cuando analizamos los efectos sectoriales. La industria de autopartes estadounidense ha registrado ganancias significativas: 5,387 nuevos empleos, incrementos salariales por 335.8 millones de dó